En los primeros días del psicoanálisis, recuerda Freud, un amigo suyo se acercó a pedirle opinión sobre si debía o no casarse con cierta mujer. La respuesta de Freud fue la siguiente: en las pequeñas cuestiones de la vida conviene pensar mucho y bien antes de decidir; pero cuando se trata de las grandes cuestiones, como casarse o tener hijos, lo mejor es darle para adelante. Su respuesta puede sonar paradójica, y debería interpretarse en el contexto de la sociedad conservadora en la que Freud vivió. Así y todo, puede ser muy liberador aceptar que nuestras elecciones en el terreno del amor y la familia tienen muy poco de racional. No importa cuánto pensemos que con nuestras decisiones le imprimimos una dirección a nuestra vida, lo cierto es que el control lo tienen nuestros deseos inconscientes.