Este último nivel está regido por la precarización y la subcontrata. En este nivel se aprovecha la situación de desempleo crónico y la ausencia de proyectos de desarrollo social de los gobiernos neoliberalistas, tanto tercermundistas como primermundistas. Estos subcontratados por la economía criminal para trabajar en el escalafón más bajo de la pirámide se caracterizan por ser, regularmente, muy jóvenes (en su mayoría varones), quienes seducidos por la sed hiperconsumista se enrolan en las filas del poder criminal.