a ve, muy poco a poco, un día tras otro, una primavera tras un invierno y un otoño tras un verano, la cosa fue pasando brizna a brizna, migaja a migaja; y se fue, se marchó, quiero decir que fue remitiendo, porque siempre te queda algo en el fondo, ¿cómo le diría?..., un peso, aquí, ¡en el pecho! Pero como es la suerte que nos espera a todos, tampoco debe uno dejarse abatir ni desear morir porque otros hayan muerto...