Me apartó de un empujón para abalanzarse sobre su hermano. Se abrazaron, y luego Dotun dio un paso atrás para hacer una reverencia—. Hermano mi.
Akin era tan alto que siempre tenía que agacharse para pasar por las puertas. Su piel era de color marrón bronce y al sol adquiría un lustre brillante. Dotun era igual de alto que mi marido, pero de tez más clara y delgado, con las mejillas como chupadas. Me arrodillé para saludarlo. Éramos de la misma edad, pero al ser de mi familia política se esperaba que lo tratase como si fuese mayor que yo. Para mí, era el típico oniranu, un hombre completamente irresponsable, pero le presentaba mis debidos respetos cada vez que venía a vernos