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Ayobami Adebayo

  • Gaby TeDecompartió una citahace 5 meses
    Las cosas que me importan las llevo dentro, encerradas bajo el pecho como si fuese una tumba, un lugar de permanencia, mi cofre del tesoro en forma de ataúd.
  • Gaby TeDecompartió una citahace 5 meses
    No importaba cuántos ríos tuviésemos que cruzar. Al final de toda la historia nos esperaba ese periodo de felicidad que supuestamente sólo empezaría después de que tuviésemos hijos, ni un minuto antes.
  • Gaby TeDecompartió una citahace 5 meses
    Entiendo cómo una palabra que los demás usan todos los días puede convertirse en algo que se susurra en la oscuridad para calmar una herida que no sanará.
  • cronopiacompartió una citael año pasado
    Pero, aun así, era capaz de atrapar aquellos pensamientos y enjaularlos en un rincón de mi mente, en un lugar donde no pudiesen extender sus alas y apoderarse de mi vida.
  • cronopiacompartió una citael año pasado
    Aun así, cada vez que la madre de Akin me envolvía en su rollizo abrazo, mi corazón entonaba un moomi, y cuando la llamaba con aquel venerado título, no se me hacía un nudo en la garganta ni se negaba a salir, como sí ocurría cada vez que mis madrastras intentaban sacármelo a bofetones. Ella estaba a la altura del nombre: se ponía de mi parte si llegaba a sus oídos cualquier desavenencia que yo tuviese con Akin, me aseguraba que era cuestión de tiempo que me quedase embarazada de su hijo e insistía en que el milagro me esperaba a la vuelta de la esquina correcta.
  • cronopiacompartió una citael año pasado
    La incapacidad de retener alimentos en el estómago, la extrema sensibilidad al tacto y las molestias generales que sentía eran ritos de paso hacia la maternidad, de iniciación en una categoría que siempre había ansiado alcanzar. Por fin era una mujer.
  • cronopiacompartió una citael año pasado
    Últimamente me repito a mí misma que aquélla fue la razón por la que me esforcé por aceptar cada nuevo grado de humillación, para tener a alguien que me buscara si algún día yo desaparecía.
  • cronopiacompartió una citael año pasado
    Me apartó de un empujón para abalanzarse sobre su hermano. Se abrazaron, y luego Dotun dio un paso atrás para hacer una reverencia—. Hermano mi.

    Akin era tan alto que siempre tenía que agacharse para pasar por las puertas. Su piel era de color marrón bronce y al sol adquiría un lustre brillante. Dotun era igual de alto que mi marido, pero de tez más clara y delgado, con las mejillas como chupadas. Me arrodillé para saludarlo. Éramos de la misma edad, pero al ser de mi familia política se esperaba que lo tratase como si fuese mayor que yo. Para mí, era el típico oniranu, un hombre completamente irresponsable, pero le presentaba mis debidos respetos cada vez que venía a vernos
  • cronopiacompartió una citael año pasado
    En contra de mis peores presagios, el embarazo fue como la seda. Los médicos se mostraban satisfechos cada vez que acudía a la revisión. Y antes del tercer trimestre mi ansiedad ya había desaparecido y me había acostumbrado a disfrutar del embarazo. Me encantaba que me doliese la espalda. Alardeaba del enorme tamaño de mis pies y me quejaba sin cesar de lo difícil que era encontrar la postura para dormir. Fue la mejor época de mi vida.
  • cronopiacompartió una citael año pasado
    —A menudo le pedimos al Señor que nos libre del mal —dijo el sacerdote—. Y hacemos bien. Sin embargo, debemos tener también en consideración los males incalificables que nosotros mismos nos buscamos. ¿Qué hacemos con los terribles males de los que nosotros mismos podemos librarnos? ¿Por qué debemos esperar siempre a que el Señor actúe cuando nosotros mismos perpetramos tanto mal con nuestras manos? ¿Nos hemos parado a pensar en los males que traemos al mundo?
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