NIEVE
FINALES de diciembre: mi padre y yo
vamos a Nueva York, al circo.
Él me lleva en sus hombros
contra el viento cortante:
trozos de papel blanco
flotan sobre las vías
del ferrocarril.
A mi padre le gustaba
quedarse así, de pie, cargar conmigo
para no verme.
Me recuerdo
mirando fijamente hacia delante
al mundo que mi padre veía.
Estaba aprendiendo
a absorber su vacío,
la nieve espesa
que no caía y se quedaba
girando a nuestro alrededor.