Ibas un paso adelante, o dos o tres,
como una hermana mayor, que habiendo nacido primero,
va primero, y como si fuéramos niñas
en un cuento de aventuras, me susurraste:
«Iré primero y te contaré qué ocurre,
para que no te preocupes».
Nunca estuve preocupada.
Tu cielo azul era un azul preciso.
Y cuando una hoja caía daba vueltas y vueltas,
incluso mientras caía, en la forma en que tú la habías descrito