No es importante lo que nos dijimos. Lo importante es el tiempo. El tiempo que se paró, ese día, para nosotros. El tiempo que nos hizo la reverencia de olvidarse de nosotros, inclinándose delante del milagro de un encuentro, de dos corazones que se unen y que, en sólo un instante, sienten el poder de la eternidad y de estar comprendiéndose en silencio.