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Juan Pablo Villalobos

  • Zurisadai BCcompartió una citahace 2 años
    La naturalidad sirve para hacer bien las mentiras
  • Zurisadai BCcompartió una citahace 2 años
    . Si estás enfermo se vale llorar,
  • Zurisadai BCcompartió una citahace 2 años
    Tú un día vas a tener que hacer lo mismo por mí.
  • Meli:]compartió una citahace 2 años
    Ya sé que no te merezco, pero sin ti la vida es un tormento, es un morir eterno.»
  • Jael Lopezcompartió una citahace 2 años
    Cuando no soporto el dolor de la panza, como hoy, Cinteotl me prepara un té de manzanilla.
  • Cecilia GMcompartió una citael año pasado
    Eres escritor?, pregunta. Le digo que no, que todavía no, que estudié letras y que, en realidad, más que escritor lo que soy es un lector profesional. ¿Y cómo acabaste metido en esto?, dice, yo pensaba que la gente que leía mucho era buena, que no se metía en líos. Me quedo callado. Pensando en esa idea, bastante extendida, según la cual la gente culta, y en especial los literatos, tiene una superioridad moral, aunque la verdad es que los lectores no buscamos en la literatura pautas para nuestro comportamiento en la realidad. Los escritores tampoco. Lectores y escritores lo único que queremos es perpetuar un sistema hedonista, basado en la autocomplacencia y en el narcisismo. El verdadero lector lo único que quiere es leer más. Y el escritor escribir más. Y los académicos somos los peores: los carroñeros que queremos extraer un poco de sentido existencial a toda esa mierda.
  • Rebecacompartió una citahace 2 meses
    los extraterrestres no venían de Grecia
  • Rebecacompartió una citahace 2 meses
    estaba dispuesto a cualquier cosa con tal de escapar de casa. Ésa era la gran diferencia de temperamentos entre Aristóteles y yo, él necesitaba un proyecto trascendental que lo justificara, mientras que yo me conformaba con una pinche excusa
  • Rebecacompartió una citahace 2 meses
    El pueblo era tan católico que estaba rodeado de espinas. Cuando por fin retomamos el camino para bajar hacia la carretera, vimos los ríos de gente que llenaban la pista y escuchamos el estrépito despeinado de sus cánticos. Ésa era la primera impresión que
  • Rebecacompartió una citahace 2 meses
    producían, la cual comprobaríamos de inmediato: que semejante alboroto sólo podía provenir de una turba de despeinados.

    Alabaréeeee, alabaréeeee, alabaréeeee, alabaréeeee, alabaréeeee a mi Señor.

    Son las queeeeeeeeeeejas y plegaaarias de tus hiiijos de San Juaaaaaan.

    –¡Peregrinos, perfecto! –exclamó Aristóteles, encantado con la idea de unirse a la desafinada procesión.

    –¿Te caen bien?

    –No seas pendejo, así nadie nos va a ver, nos metemos entre los peregrinos y caminamos hasta la entrada de la Mesa, allí nos desviamos nosotros.
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