Lo que sabemos sobre las plantas es poco y, con frecuencia, erróneo. Estamos convencidos de que no perciben el entorno que las rodea, cuando lo cierto es lo contrario: son más sensibles que los animales. Creemos que el suyo es un mundo silencioso, carente de comunicación, cuando en verdad las plantas son grandes comunicadoras. Pensamos que no mantienen ningún tipo de relación social, pero la realidad es que son organismos auténticamente sociales. Sobre todo –y en este punto nos mostramos inflexibles–, estamos seguros de que las plantas son seres inmóviles: basta con observarlas para ver que no se mueven