Ignacio Vleming

Luego nos mudamos aquí y fue volver por la puerta grande.

El desamor fue
causa del azar,
y lo fue también
el amor fugaz
entre escaparates.
Todo se sabe siempre
porque todo se ve,
sin elipsis ni censuras,
sin poetas ni moralistas.
Total, ¿a quién le importa?

Tántalo, el condenado por los dioses,
con el agua tan cerca
y no logra beber;
bajo las ramas de un manzano oscuro,
y no logra comer.

Parece que Narciso confundió

su rostro con el rostro de otro hombre

Ábrase una hornacina para las benditeras

¡Ay, amor, que te fuiste

y me dejaste fuego entre las manos!

¿Qué más da si llueve o truena?