Lia Belikov

De acuerdo, nena. Hagámoslo —declaró él después de pensarlo muy bien—. Traigamos a Noah a este mundo —susurró mientras me tomaba de la cintura y me pegaba a su cuerpo para darme un largo y prolongado beso.

—¿Por qué presiento que vas a romperme el corazón?

De haber sabido que te perdería, te hubiera besado con más fuerza esta mañana. Habría hecho eterno cada beso.

Cuando uno de mis juguetes se rompe, deja de hacer lo que normalmente hacía, y el tío Adam actúa de esa forma: como un juguete roto

Quiero cuidarlos a todos, hasta los más feos. Pienso que ellos lastiman menos que las personas y, aunque no hablan, su gratitud es más sincera que la de algunos humanos.

Buenas noches, Anna. Es mejor que te vayas antes de que sea muy tarde.
Ya lo era. Cada onza de mi cuerpo sabía que ya había perdido a Adam. Estaba demasiado lejos de recuperarlo.

Me quieres tanto como para apartarme?

Te quiero lo suficiente como para saber que yo no soy el indicado para ti.

e pertenezco, Anna —continuó—. Creo que no has captado lo mucho que me importas desde que te conocí. Deseo todo

me mires así —pidió; su rostro estaba encendiéndose nuevamente.
—¿Así? ¿Cómo?
—Como si nunca hubieras visto a una mujer desnuda en toda tu vida.
—Es que no estoy viendo a una mujer; estoy viendo a una diosa.