El modelo de mujer que espanta a la joven Pelloni es ama de casa y madre, nada más. No tiene otra salida. No se divorcia, no trabaja, no viaja sola. Y del otro lado en el menú: la solterona, virgen o puta, discriminada siempre. La monja, en cambio, atada a sus votos, puede recorrer barrios, conocer gente, callejear, tener una profesión y gozar del respeto general.