Fannie Flagg

Debió de enterrar en el jardín centenares de cabezas. Pero, bueno, gracias a eso ¡nos crecían las calabazas y los tomates más hermosos de la ciudad!

Lo curioso es que en la infancia parece como si el tiempo no transcurriese, pero en cuanto se cumplen los veinte el tiempo empieza a correr como si una fuese montada en una locomotora. Me temo que la vida se nos escurre a todos entre las manos.

Es curioso las cosas que una echa de menos cuando está lejos

No me gustan las paredes de cemento. Resultan…, no sé, frías y poco acogedoras.

Los sábados se peinan como de peluquería y el domingo se presentan de lo más endomingadas para que, al final, no venga nadie. Me entra un no sé qué, pero ¿qué hacer? Tener hijos no es ninguna garantía de que vayan a venir a verte… En absoluto.

Aunque se te parta, el corazón sigue latiendo.

Mrs. Threadgoode, soy demasiado joven para ser vieja y demasiado vieja para ser joven.

que deja de preocuparte por el peso y da gracias por tener buena salud.

Nunca se sabe lo que hay en el corazón de las personas hasta que algo les pone a prueba, ¿verdad?

Los viejos necesitan ver críos de vez en cuando —le susurró Mrs. Threadgoode a Evelyn como haciéndole una confidencia—. Les levanta la moral.