La lectura tiene que despertar y activar reflexión, pensamientos, sentimientos, conocimiento, confrontación, identificación, transformación, aplicación, participación… La meta de la lectura de la Biblia no es aislarnos, la finalidad no es el individualismo, todo lo contrario, nos transforma, nos ayuda a ser mejores personas, más solidarias y altruistas. La lectura de la Biblia requiere y demanda de nosotros implicación y participación.