Esa decisión se parece al gustito que siente al guardarse en el despeñadero de los labios cada una de las versiones que puede sorrajarle a Eleazar
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Abría la gaveta de Micaela y aquel olor se remediaba del encierro
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El alma se mira en el aliento
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Por la cruel influencia que ejercen los hábitos, empecé a acostumbrarme a su presencia.
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después yo le daría a nuestros ratos una relevancia urgente, como si escarbar en esas horas, desatarlas del nudo, sacarlas del carrete, pudieran devolver a Micaela a la tierra
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La ladina que se dio mañas para no desaparecer acá y allá pero que terminó acá y allá, desvanecida. Que fuera otra persona no obraba razón para que alguien no le permitiera volver
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hormigas nocturnas que salen de una hendidura en el concreto, que marchan por la banqueta y suben a masacrar con paciencia al ficus
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