Fulvio Franchi

  • Ivana Melgozacompartió una citahace 2 años
    Pasternak no es un niño, el mundo es un niño en él. Al propio Pasternak lo ubicaría en los primeros días de la creación: de los primeros ríos, de los primeros amaneceres, de las primeras tormentas.
  • Ivana Melgozacompartió una citahace 2 años
    Pataleaba la lluvia a la puerta,
    y olía a corcho de vino.
    Así olía el polvo. Así la maleza.
  • Ivana Melgozacompartió una citahace 2 años
    Para él la vida cotidiana está (revise según las citas) casi siempre en el movimiento: el molino, el vagón, el aroma peregrino del vino de los vagabundos, el parloteo de las membranas, el movimiento de los canteros, el té derramado, – ¡no es algo traído de los pelos! – verifíquelo: hasta el sueño tiene movimiento: el pulso en la sien.
    La vida cotidiana como rutina, como ambiente, como roble
  • Ivana Melgozacompartió una citahace 2 años
    (Insisto: ¡la soledad de la lluvia, y no la soledad del hombre bajo la lluvia!)
  • Ivana Melgozacompartió una citahace 2 años
    Preguntarás, quién ordena
    que labios de dalias y asteres
    sufran tanto en septiembre,
    que las pequeñas hojas de los sauces
    desde cariátides canosas
    vuelen hacia las húmedas lápidas
    de los hospitales otoñales
    Preguntarás, quién lo dispone.

    … El Dios omnipotente de los detalles,
    Omnipotente Dios del amor
  • Ivana Melgozacompartió una citahace 2 años
    Esto no es una reseña: es la tentativa de encontrar una salida para no ahogarse. El único contemporáneo mío, para quien no me alcanzó mi caja torácica.
  • Ivana Melgozacompartió una citahace 2 años
    Este libro es para las almas, lo que Maiakovski es para los cuerpos: descarga en la acción. Este libro no sólo es curativo – como aquellas somníferas hierbas suyas, – sino milagroso.
  • Ivana Melgozacompartió una citahace 2 años
    la ganancia (porque la única ganancia de cualquier sentimiento nuestro es su máxima acumulación) – la ganancia era mía.
  • Ivana Melgozacompartió una citahace 2 años
    Si no me equivoco, durante aquella velada vi por primera (y única) vez a la poeta Lvova. No muy alta, vestida modestamente de azul, de ojos-cejas-cabello negros, con un fuerte rubor en el rostro, con aspecto muy estudiantil, muy juvenil. Su postura erguida, opuesta a la inclinación de Briúsov. Una perfecta visión del hombre y la mujer: frente a la altivez del orgullo por é l – la condescendencia del orgullo por s í m i s m a. La sensación de felicidad plena de ella, apenas contenida.
    Él – la cortejaba.
  • Ivana Melgozacompartió una citahace 2 años
    si hubiese pasado por encima de sí mismo – habría podido valorar debidamente lo irrepetible de estas circunstancias…

    Había olvidado que su corazón es sólo un velador,
    ¡no una estrella! ¡Lo había olvidado!
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