Lo piensa un día, dos, tres, una semana después sigue pensando sin tomar ninguna decisión. En realidad, incluso antes de pensarlo, sabe que no debe sumarse al proyecto. Lo que piensa, más bien, es otra cosa: cómo negarse. Decir no también es un oficio muy exigente. En vez de enseñar historia patria en las escuelas públicas, maestros especializados deberían impartir cursos anuales sobre el difícil arte de negarse.