Sara Torres

La primera vez que vemos a quien vamos a amar después aparece en retrospectiva como el momento en que el mundo convulsionó y los dados cayeron justo en la cifra adecuada. Entonces sí creemos en el destino, el espíritu, la predestinación.

Así que me quedo en silencio, noto cómo a Ella le sorprende mi total mutismo ante una desnudez tan libre, tan cómoda y orgullosa.

Por la diferencia de edad, es curioso que lo perciba así, pero sí siento como nuevo el encuentro. Me siento agradecida por una aceleración y una mutualidad que seguro he vivido antes, pero ya casi había olvidado. «