No hay más que una cura para el virus del «soy un ganador»: no vivas como si se tratara de ganar una carrera. No centres tu interés en estar por encima de los demás a toda costa, porque, al llegar a una cumbre, se abrirá ante tus ojos la visión de otra cumbre aún mayor, ocupada siempre por otro competidor en el juego de la vida