Iain McGilchrist

Creo que el mundo en que vivimos refleja cada vez más la visión del hemisferio izquierdo.

«cada hemisferio atiende al mundo de modo distinto, y ambos modos son coherentes»

Creo que la diferencia esencial entre el hemisferio derecho y el izquierdo es que el hemisferio derecho presta atención al Otro: a lo que existe aparte de nosotros, con lo que se ve a sí mismo en profunda relación. Le atrae profundamente y le infunde vida la relación, la interrelación, que existe con ese Otro. Por el contrario, el hemisferio izquierdo presta atención al mundo virtual que ha creado, que es congruente con el yo pero independiente, desconectado en última instancia del Otro, lo que lo torna poderoso, pero también curiosamente impotente, porque en última instancia solo es capaz de operar sobre sí mismo y de conocerse a sí mismo.

En segundo lugar, el mundo autocoherente de las ideas y la teoría pura es parecido a una sala de espejos: todos los intentos de escapar son desviados de nuevo hacia el interior. L

Las nuevas tecnologías digitales de la moderna «economía de la atención» —donde la mirada humana se monetariza cada vez más y se explota como un recurso— también reconocen el papel único que desempeña la atención, lo que apunta de nuevo a la posición central que ocupa en el paisaje del siglo xxi.

«Mi tesis es que, en el caso de los seres humanos, existen dos realidades diametralmente opuestas, dos modos diferentes de experiencia; que cada uno de ellos tiene una importancia fundamental a la hora de generar el mundo reconociblemente humano; y que su diferencia arraiga en la estructura bihemisférica del cerebro»

lo más sorprendente de la obra de McGilchrist es lo hábilmente que integra ambas modalidades de compromiso, captando y reflejando en la propia estructura de su argumentación la función descrita, entrelazando la neurociencia con las humanidades, lo interno con lo externo, combinando un análisis detallado y preciso con un contexto cultural y contextual amplio e inmensamente rico.

En mi opinión, el lenguaje y la mano tienen un objetivo común, que es permitirnos comprender las cosas, determinarlas y darles utilidad. Y es innegable que han cumplido esa función con creces. Nos han ayudado a utilizar el mundo y, al hacerlo, desarrollar muchas de las cosas de las que nos sentimos justamente orgullosos, los frutos de la civilización. Pero este tipo de aproximación al mundo tiene un precio, y eso nos lleva de nuevo a la cuestión de por qué ambos hemisferios están separados.

según parece, el hemisferio izquierdo se especializa en una suerte de atención fragmentaria que nos ayuda a hacer uso del mundo, si bien al funcionar de esa manera altera nuestra relación con él. De igual modo, el hemisferio derecho presta una atención amplia y abierta que nos permite conectar con el mundo —y, en el caso del ser humano, empatizar— y con lo que es distinto de nosotros mismos.

Los pájaros prestan mucha atención con el ojo derecho (hemisferio izquierdo) a lo que están comiendo, mientras mantienen su ojo izquierdo (hemisferio derecho) atento a los depredadores.