Miguel Ros

Y eres mi hija, Edie, pero no me muestras ni un ápice de amor. Tienes que decidir quién eres. Debes decidirlo tú, Edie. No basta con que digas que nosotros tal o que nosotros cuál, que las expectativas te arrebataron una cosa y la presión te exigió otra. Levántate e imponte. Y si tu amor se acaba en cuanto descubres que tus padres son personas, entonces, no tienes remedio

La gente tiene una vida interior, Edie. Ya tienes edad para saberlo

Nosotros no pretendíamos convencerte para abortar, sino ayudarte a tomar una decisión sensata. Para tu vida. Y a lo mejor nos equivocamos. Hace poco, mientras te buscaba, vi a Jonti. Y se me pasó por la cabeza que os podría haber ido bien juntos. Es un tipo decente. Pero, te lo digo de corazón, Edie, creíamos que era lo mejor para ti. Hay muchísimo tiempo para tener hijos, no hace falta que sea a los dieciocho años, cuando resulta tan difícil. Eso no son expectativas, es amor. Queríamos lo mejor para ti. Y no te hablo de Cambridge, ni mucho menos: no queríamos que te vieses deprimida y sola con dieciocho años y con un crío llorando en brazos