No estoy acostumbrado a consolar chicas en parques.
–No me digas. Se te da de lujo.
Sus ojos se iluminaron.
–¿De verdad?
–No –mentí
Maive Pereyracompartió una citael año pasado
se clavaron en sus lunares y se enredaron en su pelo. Allí estaba. Besándolo. Besándome. Besándonos.
Maive Pereyracompartió una citael año pasado
Cuando abrí la puerta, sus ojos encontraron los míos. O tal vez, los míos encontraron los de él. Tal vez nos encontramos a medio camino, como sabiendo que algo estaba mal en la idea de que ese fuera el final.