Ashley Herring Blake

–Vamos a estar bien –aseguro–. Recuerdas hace dos años, la vez que la convencí de que podía cortarle el cabello.

–Mara, destruiste su cabello. Parecía un animal atropellado por un camión.

Una estrella paseaba por las nubes una noche,
y yo le dije: “Consúmeme”.
Virginia Woolf, Las olas.

No es que no disfrute pasar un buen momento con mis amigos, pero seamos honestos: las multitudes me llevan al límite, y los chicos llenos de cerveza y fanfarronería me ponen nerviosa.

No es que no disfrute pasar un buen momento con mis amigos, pero seamos honestos: las multitudes me llevan al límite, y los chicos llenos de cerveza y fanfarronería me ponen nerviosa.

Sabes que estoy muy orgullosa de ti. Hay que ser valiente para desafiar a la misoginia institucional del sistema patriarcal.

Frecuenta el gimnasio por lo menos tres veces por semana porque sus brazos son celestialmente hermosos, y lee novelas de Stephen King en su tiempo libre.

Es un chico coreano-americano tranquilo

me envió un mensaje.
Gracias.
Eso fue todo lo que dijo, pero en esa pequeña palabra reconocí su alivio por tener a alguien con quien llorar, gritar y reír, y entrar ilegalmente a un teatro solo para probar que seguimos vivas

–Sé lo que es. Y sé que no soy la imbécil aquí. Lo que él hizo es blanco y negro, sí, pero lidiar con eso no lo es

–¿Por qué no? Le conté a Hannah. Ella lo entiende. Ella puede ayudarme.