Jamás me he arrepentido de salir a correr (ni cuando me he lesionado, porque he aprendido la lección), pero sí he tenido remordimientos por no haberlo hecho, por perderme la oportunidad de disfrutar de mi cuerpo. Correr es un privilegio que no debemos desaprovechar. Así que, mientras me queden fuerzas, me ataré los cordones de las zapatillas para demostrarme a mí misma que sí, que puedo.