«Dentro de miles de años, sólo Dios sabe qué estará ocurriendo en la Tierra», pensó, aunque eso no era problema suyo y jamás lo había sido. Pero él, él estaría dormido, congelado, en perfecto estado de conservación, mientras su sarcófago atravesaba el vacío interestelar, superando a los faraones, venciendo a Alejandro, eclipsando a Tsin. Había planeado su propia resurrección