Se tumbó en la cama y dejó que las lágrimas fluyeran, sintiéndose más vacía que nunca, como si toda esperanza la abandonara. No podían apartarlo de ella. No podían quitárselo o la dejarían a la deriva, sin nada que la ayudara a volver cada vez que se perdiera.
—Todo va a ir bien. Todo va a ir bien —susurró para sí misma, una vez tras otra mientras se quedaba dormida.