Phillip Lopate

No hay nada más emocionante que seguir en la página a una cabeza viva y franca en su exploración de aguas desconocidas.

hay que examinar varios modelos, clásicos o contemporáneos, de probada eficacia, y ver qué finales proponen. La segunda consiste en meditar de una manera filosófica, gaseosa, acerca de la naturaleza del ensayo, su cultivo de la duda, el dilema epistemológico al que nos enfrentamos, una serpiente que se muerde la cola, etcétera.

Montaigne compara su cabeza con un «caballo desbocado, y se da a sí misma cien veces más problemas de los que da a los demás y de ella surgen, uno después de otro y sin orden ni concierto, muchas quimeras y monstruos fantásticos. De tal manera que, a fin de contemplar para mi solaz la ineptitud y extrañeza con que se comportan, he empezado a ponerlos por escrito, en la esperanza de que con el tiempo mi cabeza se avergüence de sí misma»