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Federico Gamboa

  • Debora Salamancacompartió una citahace 3 meses
    Santa es una virgen mancillada, seducida y abandonada por el alférez.
  • Debora Salamancacompartió una citahace 3 meses
    El mal triunfa sobre el bien durante gran parte del espacio de la novela, pero se invierte al final, pues con el continuo y profundo sufrimiento físico y moral en el descenso de su degradación, Santa terminará expiando sus pecados en el ámbito religioso: el sufrimiento es bueno para el alma. La moral propia del melodrama pide que se restablezca el orden al término del texto para que el lector duerma consolado.
  • Debora Salamancacompartió una citahace 3 meses
    El pianista es ciego, feo hasta la repulsión; fue abandonado por la madre, y se enamora de una prostituta que no le corresponde; en otras palabras, parecería ser digno de compasión.
  • Debora Salamancacompartió una citahace 3 meses
    La historia de Santa es la versión porfiriana y santurrona de lo que les puede suceder a las chicas que aceptan los asedios y las presiones de los seductores antes del matrimonio.
  • Junnuencompartió una citael año pasado
    en el confesionario, no la deja contarle estas minucias y le aconseja no mirarlas
  • Junnuencompartió una citael año pasado
    heces del fruto prohibido acabado de gustar
  • Junnuencompartió una citael año pasado
    porque cuando una virgen se aparta de lo honesto y consiente que la desgarren su vestidura de inocencia; cuando una mala hija mancilla las canas de su madre
  • Junnuencompartió una citael año pasado
    el llanto que guardase se evaporó —todos los llantos se evaporan—, pregúntele usted a uno que sepa de esto… Yo, lo que creo, es que nuestros dolores también se evaporan
  • Itzelcompartió una citahace 8 meses
    No lo digas a nadie —se burlarían y se horrorizarían de mí—, pero ¡imagínate!, en la Inspección de Sanidad, fui un número; en el prostíbulo, un trasto de alquiler; en la calle, un animal rabioso, al que cualquiera perseguía; y en todas partes, una desgraciada.
  • Itzelcompartió una citahace 8 meses
    Cuando reí, me riñeron; cuando lloré, no creyeron en mis lágrimas; y cuando amé ¡las dos únicas veces que amé!, me aterrorizaron en la una y me vilipendiaron en la otra. Cuando cansada de padecer, me rebelé, me encarcelaron; cuando enfermé, no se dolieron de mí, y ni en la muerte hallé descanso: unos señores médicos despedazaron mi cuerpo, sin aliviarlo, mi pobre cuerpo magullado y marchito por la concupiscencia bestial de toda una metrópoli viciosa…
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