Los Jopis –ellos mismos se habían bautizado así– tenían entre siete y doce años y eran ocho: el Chichi, que era el líder y siempre andaba con Seguro Pastor, un quiltro negro más que pequeño; la Yola, menudita, desnutrida, de piernas flacas y guata prominente, como perrito envenenado; Carlitos, Unicornio (tenía un solo diente), Roni, Chispita y el Flavio y Mecha, que eran hermanos, casi idénticos. Vivían bajo unas precarias techumbres a las orillas de Arizona,