Considero que esa concepción humilde de la actividad del sociólogo subyace a su escritura, elogiada por su sencillez. Se dirige a un lector que con su razón y con los elementos que le da el escrito puede ponerse en el lugar del sociólogo más formado y experimentado: todas las ideas necesarias para entender la investigación están ahí, en su integridad, y ningún argumento ha sido sustituido por una cita. Esa misma concepción se nota en las premisas sobre el conocimiento sociológico que informan esta obra: si la sociología no basta para hablar de la sociedad, tampoco es necesario que el sociólogo se proponga interpretar el mundo desde una autoconferida posición de privilegio universal que provendría de conocer algo a lo que los demás sólo están sometidos