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Jesús Hernández Martínez

  • olgaumbertcompartió una citahace 7 meses
    En 1837, una campesina de 42 años, Maria Anna Schicklgruber, tuvo un hijo natural,
  • Henri López Pinedacompartió una citahace 4 meses
    Esto es típico de este mundo burgués; son cobardes en los momentos de peligro y fanfarrones cuando todo ha pasado».
  • Marianyelis Pintocompartió una citahace 2 años
    «el concepto de la lucha es tan antiguo como la vida misma, porque la vida se conserva sólo porque otros seres vivos perecen en la lucha. En esta pugna, el más fuerte, el más hábil resulta victorioso, mientras que el menos hábil, el débil, pierde».
  • Marianyelis Pintocompartió una citahace 2 años
    Sea como fuere, la realidad es que la fortuna, una vez más, estuvo de parte de Hitler.
  • Alexis Juancompartió una citahace 2 años
    A veces es necesario y forzoso que un hombre muera por un pueblo, pero nunca un pueblo entero debe morir por un hombre.

    Salvador Espriu (1913-1985)
  • Alexis Juancompartió una citahace 2 años
    «Los problemas no se solucionan poniéndose nervioso. Cuando llegue el momento, el problema se resolverá de una manera u otra».
  • Fernando Laracompartió una citahace 2 años
    veces es necesario y forzoso que un hombre muera por un pueblo, pero nunca un pueblo entero debe morir por un hombre.
  • Fernando Laracompartió una citahace 2 años
    Joachim von Ribbentrop,
  • melgiovanna1511compartió una citahace 2 años
    En las fotos, Alois Hitler aparece con cabello corto estilo militar, cejas pobladas, un rígido bigote y unas grandes patillas que le enmarcan el rostro pulcramente afeitado.
  • Paola Garcíacompartió una citael año pasado
    No obstante, su pangermanismo había surgido ya con fuerza en Linz, en donde Hitler se dedicaba a leer con asiduidad los diarios que defendían la integración de Austria en una Gran Alemania y que hablaban de los «compatriotas alemanes».

    Uno de los productos más confusos de la literatura panfletaria racista era el folleto Ostara, editado por un antiguo monje cisterciense que, en 1899, abandonó su monasterio y cambió su nombre, Adolf Josef Lanz por el de Jörg Lanz von Liebenfels. Instalado en un castillo, desplegó una bandera con la cruz gamada y se dedicó a predicar una nueva ideología basada en la pureza racial.
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