Posees una naturaleza. Puedes portarte con ella como un tirano, pero acabarás rebelándote. ¿Hasta qué punto puedes forzarte a trabajar y a conservar las ganas de hacerlo? ¿Cuánto puedes sacrificar por tu pareja antes de que la generosidad se convierta en resentimiento? ¿Qué es lo que te gusta de verdad? ¿Qué es lo que quieres por encima de todo lo demás? Antes de poder articular una serie de criterios de valor, tienes que mirarte a ti mismo como a un desconocido y, una vez ahí, empezar a conocerte. ¿Qué te parece valioso o placentero? ¿Cuánta diversión, cuánto disfrute, cuántas recompensas necesitas para sentirte algo más que una bestia de carga? ¿Cómo tienes que tratarte para no acabar sacudiéndote el yugo y echando abajo todo el corral? Podrías arrastrarte a ti mismo a lo largo de las obligaciones cotidianas y luego patear a tu perro para calmar tu frustración cuando vuelves a casa. O podrías ver cómo van desfilando los días llevándose todo su potencial. O podrías aprender a incentivarte para mantener algún tipo de actividad productiva. ¿Te preguntas qué es lo que quieres? ¿Negocias de forma justa contigo mismo? ¿O eres un tirano y te tienes a ti mismo como esclavo?