En el prólogo, Juan Abreu, amigo del poeta, nos define su poética en los siguientes términos: «Su poesía es parte relevante de un todo de único y original aliento; parte que contribuye a ilustrar, de forma concisa y descarnada, las obsesiones fundamentales del autor: la patria (como territorio al que estamos condenados, que nos reconoce para reclamar el derecho a aniquilarnos), la nostalgia, el misterio de la madre, el esplendor y deterioro de la carne, la maldición asumida por el creador de un mundo hipócrita y mediocre incapaz de grandeza alguna, el desprecio por todo tipo de poder, su amor a la libertad.