La doctrina del progreso, a costa de lo que sea y lo más rápido posible, se ha convertido en dogma de fe. Pero, junto a estas teorías que celebran los beneficios de la inestabilidad, hay otras que, generalizando la situación de donde derivan, proclaman que la vida es mala, la acusan de ser más fértil en dolores que en placeres y de seducir al hombre con atractivos engañosos. Y como es en el mundo económico donde este desarraigo causa más estragos, es en él donde se cobra más víctimas.