Se intentó ajustar el calendario añadiendo o eliminando días, hasta que Julio César decidió resolver esta cuestión. Encargó a un astrónomo de su confianza elaborar un nuevo calendario, que entró en vigor en el año 46 d. C. Para recuperar los días que no aparecían en el pasado, aquel año duró 446 días, ganándose el nombre de «año de la confusión»...