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Barbara Pym

  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 2 años
    Presumo que una mujer soltera que acaba de rebasar la treintena, que vive sola y no tiene vínculos conocidos, no puede por menos de verse comprometida o interesada por los asuntos del prójimo, y si además es la hija de un pastor, cabe decir realmente que la pobre no tiene remedio
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 2 años
    Yo desgranaba tópicos con desenvoltura, debido quizá a que, con mi experiencia parroquial, sé que soy capaz de encarar con éxito la mayoría de las situaciones clásicas o hasta los grandes momentos de la vida: nacimiento, bodas, muerte, el bazar benéfico, la fiesta en el jardín frustrada por el mal tiempo... «Mildred es una gran ayuda para su padre», decía la gente después de morir mi madre
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 2 años
    Formábamos, al menos a primera vista, una pareja que probablemente no haría buenas migas. Ella era rubia y bonita, alegremente vestida con pantalones de pana y un jersey vistoso, mientras que yo, apocada y más bien feúcha, resaltaba tales cualidades con mi bata informe y mi vieja falda de ante
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 2 años
    No sé si las solteronas son realmente más inquisitivas que las mujeres casadas, aunque creo que se las considera tales a causa de la vacuidad de su vida
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 2 años
    ¿Acaso las esposas no deberían estar nunca demasiado atareadas para cocinar para sus maridos?
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 2 años
    yo había observado que los hombres no solían hacer cosas a menos que les gustara hacerlas
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 2 años
    yo recorría África.
    —¿África? —repetí, estupefacta.
    ¿Sería misionera, en ese caso? Parecía muy improbable, y de pronto recordé que ella había dicho que nunca pisaba la iglesia.
    —Sí, soy antropóloga —explicó.
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 2 años
    Decidí que la señora Napier no me gustaba demasiado, y a continuación empecé a reprocharme mi falta de caridad cristiana. ¿Pero es que tiene que gustarnos todo el mundo?,
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 2 años
    En realidad, juzgar no era en absoluto de nuestra incumbencia
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 2 años
    Pero tal vez era lo más natural del mundo el querer rebelarme contra mi educación, aun cuando fuese de aquel modo inofensivo
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