El éxito de público y crítica de El desierto del amor (1925), así como el Gran Premio de Novela que le otorga la Academia Francesa en 1926 afianza, a sus cuarenta años de edad, la labor literaria de Mauriac, en la que pocos de sus allegados confiaban —«algunos miembros de mi familia empezaron a creer que entraba dentro de lo posible el que yo llegase a hacer lo que se llama una buena carrera» (OC, v. I, pág. ١٢)—.