A ello se opuso Sócrates, que refutaba las pretensiones de éstos con cierta agudeza de dicción. De su enseñanza salieron doctísimos varones, y entonces, según dicen, nació la verdadera filosofía, no la que trata de las cosas naturales (que esta era más antigua), sino la que discurre acerca de los vicios y virtudes, y vida y costumbres de los hombres. Pero como este género difiero tanto del que ahora estudiamos, guardemos a los filósofos para mejor ocasión, y volvamos a los oradores.