Annabelle von Sperber

como una piedra y yo me quedé más tranquila. Cuando creciste y empezó lo de oír las cosas antes de tiempo, me quedó claro que el pelo no era lo único que habías heredado de tu padre. Penni, créeme, no he hecho esto para que no descubrieras todo tu potencial, sino porque tenía muchísimo miedo de que desaparecieras. Igual que hizo tu padre.

Ah, cursos de entrenamiento de la gente de Alfa Regius. Puedes empezar a ir a partir de los once, lo que me parece una tontería, ¿no crees?

—Lo que te digo, esta ciudad es un horror, no se puede llamar polvillo a lo que flota por aquí, donde vivíamos nosotros no habría nada así.