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Valeria Luiselli

  • Tania Palomocompartió una citahace 2 años
    El árbol genealógico de los que migran siempre se parte en dos mitades: los que se fueron y los que se quedaron.
  • Marcela Alvear R.compartió una citael año pasado
    Pero quizá sea cierto que una persona sólo tiene dos residencias permanentes: la casa de la infancia y la tumba.
  • Tania Palomocompartió una citahace 2 años
    En Estados Unidos, quedarse es un fin en sí mismo y no un medio: quedarse es el mito fundacional de esta sociedad. En eso nos parecemos todos los que llegamos, sin importar nuestras condiciones previas y circunstancias actuales: todos abrevamos en las aguas de ese mito. Los que llegamos aquí, empezamos, de forma inevitable y quizá irreversible, a querer formar parte del gran teatro de la pertenencia».
  • Karen Rojas Kauffmanncompartió una citahace 24 días
    Quizá los libros prefieran el azar al «tenue aburrimiento del orden», como anotó Walter Benjamin mientras desempacaba su biblioteca.
  • Karen Rojas Kauffmanncompartió una citahace 24 días
    Los libros en las estanterías se ven bonitos y sugieren preguntas, es cierto, pero aquellos que han salido de su sueño vertical tienen vida propia.
  • Karen Rojas Kauffmanncompartió una citahace 24 días
    Los pocos que sí leemos, serán lugares a donde regresaremos siempre.
  • paz y maycompartió una citahace 20 días
    quizá sea cierto que una persona sólo tiene dos residencias permanentes: la casa de la infancia y la tumba
  • paz y maycompartió una citahace 20 días
    su ensayo Correr tras el propio sombrero, Chesterton decía que de encontrarse frente a una vaca en una caminata por el campo, sólo un verdadero artista podría pintarla; mientras que él, no sabiendo copiar las piernas traseras de los cuadrúpedos, prefería pintar el alma misma de la vaca.
  • Laura Alicia Gonzálezcompartió una citahace 9 meses
    hasta encontrar la insignia precisa, el «sí, soy yo» lapidario del muerto que nos espera
  • Laura Alicia Gonzálezcompartió una citahace 9 meses
    En la repartición de metros, sus padres y él resultaron afortunados, puesto que en San Petersburgo compartieron cuarenta metros cuadrados: trece punto tres metros cada uno: veintiséis punto seis para sus padres, trece punto tres para él: una habitación y media para los tres
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