Abre con gentileza
el aire
una gran cauda de aroma:
toma de aquí el suspiro
de la yerba
que florece,
del retoño
en las ramas,
y el verdor.
Atesora en su caudal
flor y canto
en vuelo por parejas
de pájaros,
abejas zumbadoras
palomas en zureo
y amantes que bendicen
la salida del sol.
El aire vuela
y como que canta,
pero algo le duele:
del aroma al hedor
algo le duele.