Te esperé ayer desde el alba,
se dieron cuenta de que ya no vendrás.
¿Te acordás qué tiempo tuvimos?
Fue una fiesta. Yo salí sin abrigo.
Llegaste hoy, y nos han preparado
un día singularmente sombrío,
la lluvia y una particular hora tardía.
Y corren las gotas por las ramas heladas
que ni las palabras podrían frenar,
ni secar siquiera un pañuelo.