Hermosas y cercanas
a mi corazón
son las montañas y colinas
que se yerguen en la llanura
de Kingston
para adornar St. Andrew
y se alzan
hacia el cielo.
Hermosas y puras
son las nubes errantes
que flotan a la tierra
para darte su amor y sus caricias
al quedarse dormidas
en tus brazos
mientras los delicados rayos rosas
del sol cuando se pone
te encantan
con su hechizo
Gratos y bendecidos
los ojos de mi gente
que pueden levantarse
a mirar esta gloria
impoluta, intocada
por la mano del hombre.
Alabado sea Él
que pone ante nosotros
este banquete de alegrías
este festín de deleites
que inspiran y bendicen
cada hora
de cada día.