Nadie más que yo ha de reírse
babeándote mi olor sobre la cara,
mascándote los huesos, los labios, los ojos.
Enovillé tu fuerza en la media pulgada
de tu descuido indio,
¡Pedro Marca!…
arrúgate ahora, corazón de coca
y lámete los pies hasta la cara…
Con cinco pelos de barba tenías al llegar;
te trajo el no saber de nada
y empezaste a golpear con ojos ciegos
el fuego de mi estaño
para sacarte arriba la canalla
desnudándote el hambre,
Y hoy está canando ya tu alma…
Te he tullido la risa
¡Pedro Marca!
Ahora bebe el sabor de copajira
y sacude tu sangre congelada
que te guíe el carburo pestilente
hasta encontrar tu nada.
Molienda, gira y regírale el complejo,
escupe Ingenio, ácido hipnótico, humo, agua,
que tiemble la concentradora de sus huesos
hasta que de su llanto surja mi mañana…
Ardan sus sesos en el horno rojo
y agiganten mi duelo…
¡Pedro Marca!
Arrastra hasta mis muelas a tus hijos,
Frescos como llegaste tú sin saber nada,
Que aún siento hambre de tuberculosis…
de reír tanto como río ahora…
¡Pedro Marca!
De montaña me has hecho otra montaña
e igual dentro la mina, que en la ciudad que habites
he de aplastarte con esta carcajada.