No la heroína. Has cortado cada rodaja de pan y atravesado el campo de batalla.
Les enrostrabas el precio a los soldados acusándolos de muerte si osaban otra rodaja del atadillo.
No dabas de comer. Así cruzaste
la vida en el campo de batalla;
hacías cuentas: a tantos menos,
más rodajas. No había paz que sirviera tanto de comer, o morirse.