Adentrarse en la geografía de estos relatos es experimentar una variedad de los registros que sacuden al mundo, al suspenso de las desapariciones insólitas: a uno no sólo se le pierde la cabeza, sino también la mano en un descuido. Nos acercamos al encuentro de la intelectualidad universitaria y el sexo primitivo. Sentimos el vacío claustrofóbico del miedo durante un secuestro para luego quedar envueltos en la violencia y el enigma. El cuerpo y el crimen avanzan entrelazados en la geografía poética de estas historias que nos llevan a dar un paseo por el Apocalipsis y el reconocimiento del yo. Debajo de unos labios o de la punta de un arma, los personajes hablan con el atropellado frenesí del condenado a muerte o del amante. Cruzamos los bordes de la ciencia ficción, el ensayo, la narrativa policial y el erotismo, para reintegrarnos en un imaginario inquietante, en una intriga cuyo pulso no se detiene ni en la última página.