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A mi padre / a mi futuro hijo (Ocean Vuong, en la voz de Rodrigo Olavarría)

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Las estrellas no son hereditarias.

Emily Dickinson

Había una puerta & después una puerta

en la mitad de un bosque.

Mirá, mis ojos no son

tus ojos.

Me atravesás como una lluvia

que se escucha

desde otro país.

Sí, tenés país.

Algún día, lo van a encontrar

buscando barcos desaparecidos…

Una vez, me enamoré

durante un choque de autos en cámara lenta.

Parecíamos tan en paz, el cigarrillo que flotaba despedido de los labios de él

cuando nuestras cabezas sacudidas hacia atrás

golpearon contra el sueño & todo

nos fue perdonado.

Porque lo que escuchaste, o escucharás, es cierto: escribí

una hora mejor en la página

& me quedé mirando cómo el fuego la hacía retractarse.

Siempre había algo que se estaba quemando.

¿Me entendés? Cerré la boca

pero seguía sintiendo gusto a ceniza

porque tenía los ojos bien abiertos.

De los hombres, aprendí a elogiar el grosor de las paredes.

De las mujeres,

aprendí a elogiar.

Si recibís mi cuerpo, dejalo.

Si recibís cualquier cosa

asegurate de no dejar

huellas en la nieve. Sabé

que nunca pude elegir en qué sentido

se sucedían las estaciones. Que siempre era octubre

en mi garganta

& vos: todas las hojas

negándose a la herrumbre.

Rápido. ¿Ves cómo cambia la tiniebla roja?

Eso quiere decir que yo te estoy tocando. Eso quiere decir

que no estás solo, hasta

cuando no lo estás.

Si llegás antes que yo, si no pensás

en nada

& aparece mi cara ondeando

como una bandera rasgada: volvé.

Volvé a buscar el libro que dejé

para nosotros, rellenado

con todos los colores del cielo

olvidados por los sepultureros.

Usalo.

Usalo para demostrar que las estrellas

siempre han sido lo que sabíamos

que eran: los orificios de salida

de todas las palabras

que no dieron en el blanco.
0:03:11
Año de publicación
2020
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