No puede ser que me vaya del todo cuando me muera
Que no quede ni la espera detrás de la voz que calla
No puede ser que solo haya ciclos de sombra y olvido
en este amor desmedido que se me hiergue en el pecho
si hasta en el trino deshecho se salva el duelo del nido
Pongo mi infancia en canciones y siento que se ilumina
una siesta golondrina toda duraznos pintones
Celebro las estaciones, lloro su fugacidad
y al anegar la piedad la mortaja de su gloria
me crecen en la memoria remansos de eternidad
Cuando no esté, cuando el leve sobresalto que me ordena
se trueque en tiempo de arena conmemorado en la nieve
Cuando en mis venas abreve la liturgia de la flor
tal vez algún labrador cansado de madrugadas
sienta en sus manos aradas la mano de mi rumor.