Con una narrativa interesante y que logra mantener al lector se desmenuza una historia terrible de abuso. Los últimos 11 minutos del audiolibro no pude escucharlos porque marcaba error.
No sé bien cómo transmitir en palabras lo que siento.
"Éramos menores, no éramos criminales, pero si delincuentes." Es el principio del final del libro y es devastador, la sinrazón humana tiene un hueco negro y profundo y la locura es un precipicio en el que todos caminamos al borde, aún si no queremos verlo, estamos al borde, a solo un paso de ir a la deriva en ese hueco sin fondo del que no se sale.
No me esperaba el zarpazo que esta novela le daría a mi corazón, es una novela drástica, sangrienta y muy muy desalentadora; parece demasiado terrible que la cotidianeidad desmenuce un halo de violencia sin siquiera verlo venir, y lo peor, es que esperas encontrar una razón paranormal, algún evento que desencadene toda la historia, pero nada de eso, Jack Ketchum nos lleva al sótano de la podredumbre humana, al desequilibro que invita a infringir dolor y tortura.
Si eso no es suficiente, debes saber que el libro, esta historia está basada en hechos reales. Los padres de la joven de dieciséis años Sylvia Likens y su hermana Jennifer, quienes al cuidado de Gertrude Baniszewski, una mujer divorciada y madre de seis hijos, decidió cobrarse todas sus frustraciones torturando salvajemente a la pobre Sylvia.
Es imposible permanecer indiferente a esta novela, aún me tiemblan las manos al recordarla, es pura ficción si, pero la realidad siempre le supera, ya me habían advertido que Ketchum es un enfermo, pero friccionar la realidad no me parece propio de un enfermo, la realidad si que lo es.