Para escribir sobre la edad, tenés que agarrar algo y
quebrarlo.
(Es un arte al que siempre le gustaron las mujeres jóvenes.
Y calladas).
Una rama, tal vez, femenina, con flores. Arrancada.
Muy cerca de la savia.
Cortale la promesa del verano. Después seguí. Cortá
hasta la raíz.
La tarde de la primavera te va a golpear la puerta, furiosa
como cualquier madre. No le hagas caso.
Ahora, la sintaxis. A ella también quebrala. Lo que te queda es tuyo
y solamente tuyo:
un árbol muerto. El futuro. Que no da fruto ni
tolera que lo piensen.